Considerar a la persona con síndrome de Down como una persona en continuo desarrollo, que experimenta los cambios asociados con el paso por las etapas de la vida, puede seguir siendo un reto para los padres, profesionales y ellos mismos. En no pocas ocasiones las personas con síndrome de Down, pasan por los servicios médicos, desde la pubertad/adolescencia hasta la adultez por una especie de “tierra de nadie”, porque son pocos los facultativos que quieren comprometerse a fondo con su desarrollo en plenitud, muchas veces por desconocimiento. Instruir a las personas con síndrome de Down, en el conocimiento de los cambios corporales y emocionales es de vital importancia, ya que marcan el inicio de etapas fundamentales en su desarrollo, como el cuidado del cuerpo y la enseñanza sistematizada del mismo, asi como la adquisión del pudor, las Directrices del respeto del espacio vital personal y del otro. Informarse como padre o educador ayudara a la persona con síndrome de Down en un actuar de cuidado personal hacia una mejor salud física y mental.